Al notar que lloraba desconsoladamente no dudó en acercarse a ella. Tomó suavemente su rostro y secó una de sus lágrimas.
–Mintió –le susurró al oído. –Sí, dijo que no quería saber más de ti, pero mintió. No hay día que no pregunte a la Luna por ti.
Al escuchar aquello, se quedó pensativa unos segundos. Enjugó sus mejillas con el dorso de su mano. No sabía qué sentir, ¿alegría o tristeza?: ambos se extrañaban, pero estaban lejos el uno del otro.
No, no deseaba verlo más, pero su ausencia aún le dolía.
L.W.O
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